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METÁFORA

CONCEPTO

La metáfora, del latín «metaphora», y este del griego «metaphorá» (traslado, transporte), es una figura retórica que consiste en establecer una relación de comparación o semejanza entre dos términos A y B, de tal manera que para referirse a uno de ellos se nombra al otro (A es B).
Por ejemplo, «sus dientes son perlas» o «sus cabellos son de oro».
Se utiliza mucho en poesía y en el lenguaje cotidiano para enfatizar un mensaje, por la posibilidad de crear imágenes conceptuales que dotan de belleza, estética, gracia o trascendencia a lo que se desea expresar.
Para Unamuno, la metáfora es la parte espiritual del lenguaje.


EJEMPLOS DE METÁFORAS

Miguel de Cervantes en «Don Quijote de la Mancha», describe a Dulcinea con varias metáforas:
Que sus cabellos son de oro, su frente de campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve (...)
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido, el sol relumbra en vano,
mientras con menosprecio en medio del llano
mira tu blanca frente el lirio bello.

Luis de Gongora.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar
que es el morir.

Jorge Manrique. Coplas por la muerte de su padre.
Es llave la cortesía
para abrir la voluntad;
y para la enemistad,
la necia descortesía.

Lope de Vega.
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.

Gerardo Diego. El ciprés de Silos.

El mundo es un escenario,
y todos los hombres y mujeres son meros actores,
tienen sus salidas y sus entradas;
y un hombre puede representar muchos papeles.

William Shakespeare. Como gustéis.

¡Ya viene el cortejo!
¡Ya viene el cortejo!
Ya se oyen los claros clarines,
la espada se anuncia con vivo reflejo;
ya viene, oro y hierro,
el cortejo de los paladines.

Rubén Darío. Marcha triunfal.

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro
y a veces lloro sin querer.

Rubén Darío. Juventud, divino tesoro.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

Miguel Hernández. Elegía.

Cerró su boca de ballena el piano
y él anduvo hacia atrás,
hacia el silencio.

Pablo Neruda.
Y tu risa de amor,
y tus concesiones de novia,
y el bien que siempre me has hecho
con el clavel de tu boca.

Juan Ramón Jiménez. Almas de violeta.

¡Amapola, sangre de la tierra;
amapola herida del sol!
boca de la primavera azul,
amapola de mi corazón.

Juan Ramón Jiménez.

¡Oh, guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.

Federico García Lorca. La guitarra.
Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría.

Pablo Neruda. Poema 11.


Las nubes de algodón.
Tus abrazos son golpes de alegría.
Tu voz es música para mis oídos.
Su corazón era un pozo infinito.
La montaña está cubierta por un blanco manto.
Los algodones blancos tapizan el azul del cielo.
Mi corazón está en llamas.
Su piel es terciopelo.

Sus cabellos son de oro.
Su sonrisa es un sol.
Sus dientes son perlas.
Sus ojos son el mar.
Tus ojos son negra noche.
Sus ojos son zafiros.
Sus ojos eran ríos.
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